Apatía





Apatía, s. Estado improbable en la naturaleza, a excepción de la del género humano. En ciertas sociedades caracterizadas por una alta cota despersonalizadora de consumo,  la apatía se ha revelado como el subproducto ideológico por excelencia.

Supuestos investigadores señalan que es probable que desde el código de barras de los productos ya esté mutando al código genético de los individuos, sin que nadie sepa con certeza si será posible una vuelta atrás. En mi humilde opinión, el proceso de metamorfosis puede detenerse de dos maneras: o bien por una reacción de cordura colectiva y urgente o bien desembocando en la pobreza. Ya que la primera opción denota un grado de voluntariedad que no es asumido ampliamente la salida no parece muy factible. Lo cual daría paso a  la segunda posibilidad, harta y desgraciadamente lamentable, que podría empezar a dibujarse a corto plazo y con alto riesgo.



 

5 comentarios:

  1. ¡Qué buena definición! Ironía aparte, claro.

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  2. Bueno, no les odio, les acompaño en el sentimiento. Qué actitud horrible!

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  3. La apatía con su indolencia, su desidia, su indiferencia... es la mejor aliada del Sistema desigual, injusto y dominador que nos rige desde hace siglos. La Sociedad de Consumo, el "mejor" invento para perpetuar y clonar apáticos que llenen sus vidas con objetos y bienes materiales,ciegos ante todo salvo ellos mismos. Sin duda, estos seres engendrados por el egoísmo del Sistema tienen en vez de conciencia, un código de barra!.
    Un abrazo!!!!

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  4. Pásame por la registradora para ver que secreta desidia llena mi código de barras. Quisiera ser el objeto apático de una ama de casa con vicios exclusivistas, pulsiones amatorias y cleptómanas, para salir de este desafortunado desconcierto, de los días que se siguen sin ninguna redención. Hasta los monos sienten el divino asco de la desafección por todo, de ahí los impertinentes bostezos de los simios. En la naturaleza, la apatía empieza cuando el gato no tiene ganas de hacer nada con el ratón. Si bien, de la apatía pueden salir grandes virtudes y refinamientos; a saber: el vicio que se entrega a cualquier consolación para sufrir el dulce abandono del éxtasis. Cuando la indiferencia se hace una constante, la vitalidad enmudece en el alma del propio ego -el perezoso hizo de esto una forma de existencia, ralentizando, para pasar desapercibido a toda forma hostil. Me confundo con el medio consumista como un subproducto ideológico o una de esas plantas cuyo letargo produce la tumoración excesiva de las esencias. Dulce fatalidad! Golpea con tu cayado sobre mi, para ver si este despojo aún guarda un hálito de bondad escondido de su corrupción, cuyos vapores perturban ya la comprensión olfativa.

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